León XIV: el papa de 69 años que llega con espíritu agustiniano y corazón latino

Revista Diners
Un libro abierto y un corazón en llamas, atravesado por una flecha: ese es el emblema que acompaña desde siempre a Robert Prevost, junto a las palabras de san Agustín que lo marcaron para toda la vida: “Heriste mi corazón con tu palabra y comencé a amarte”. El nuevo papa —formado en la comunidad agustiniana desde su juventud en Chicago, Estados Unidos, — ha hecho de esa frase una guía interior, desde sus primeros pasos como religioso hasta su proclamación como León XIV, el 267.º sucesor de san Pedro.
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A sus 69 años, el hijo de una familia obrera de Estados Unidos subió al balcón central de la basílica en Roma con la serenidad de quien ha aprendido a hablarle tanto al corazón como a la razón. En su primer mensaje al mundo, ofrecido en italiano ante unas 40 mil personas reunidas en la plaza de San Pedro, afirmó:
“Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado. Quisiera ofrecer un saludo de paz para sus familias, para todos ustedes, dondequiera que se encuentren. Que la paz sea con ustedes”. Luego, cambió al castellano —con un leve acento peruano, fruto de sus años de misión en América Latina— y dejó una frase que pareció condensar el espíritu de su pontificado: “La humanidad necesita a Cristo como puente para ser alcanzada por Dios y su amor. Ayúdennos, y ayúdense unos a otros, a construir puentes”.
Un misionero que eligió Latinoamérica para su trabajo espiritual
Antes de llegar a Roma, Prevost ingresó en la Orden de San Agustín, donde luego lo guiaron a estudiar filosofía en la Catholic Theological Union de Illinois, donde más tarde se convirtió en doctor en Derecho Canónico. Sin embargo antes de ejercer, decidió seguir los pasos de Agustín de Ipona y convertirse en un misionero al servicio de los más necesitados.
Fue así como en 1982 dejó la academia eclesial para servir en Perú, primero en la empobrecida diócesis de Chulucanas, donde desarrolló una pastoral centrada en la cercanía, el trabajo comunitario y la defensa de los derechos humanos. Aquella experiencia lo convirtió en un hombre con sensibilidad social, espiritualidad agustiniana y un enfoque pastoral profundamente latinoamericano, como le sucedió en su momento al fallecido Jorge Mario Bergoglio, Francisco I.
Perú cambió a Robert Prevost
Durante más de dos décadas, Robert Prevost encontró su verdadera vocación en las comunidades humildes y luchadoras de Perú. En este rincón del mundo, no solo desempeñó el rol de párroco, docente de seminario, juez eclesiástico y prefecto de estudios, sino que se convirtió en un compañero de vida para muchos. Su trabajo no se limitó a las paredes de una oficina o aula; era un hombre de campo, cercano a su gente, un formador de sacerdotes y un guía espiritual que dejó una huella profunda en la diócesis de Trujillo, donde encabezó el seminario agustino durante una década.
En 2014, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, una de las diócesis más importantes del norte peruano. Sin embargo, su paso por allí fue mucho más que un cargo eclesiástico. También se distinguió por su activa participación en la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), donde ocupó el rol de vicepresidente segundo. Además, asumió con compromiso la administración apostólica del Callao entre 2020 y 2021, siempre atento a las necesidades de su pueblo.
Como en toda trayectoria, no faltaron retos. Durante su gestión en Chiclayo, algunas voces lo señalaron, sin cargos formales, por presunto encubrimiento en casos de abusos clericales. Aunque nunca hubo pruebas concluyentes, estos cuestionamientos han dejado una marca en su legado, especialmente en una época en que la Iglesia ha renovado su compromiso con la política de “tolerancia cero” frente a los abusos. A pesar de ello, lo que persiste de su paso por Perú es la cercanía con la gente, su esfuerzo incansable por la justicia social y el profundo amor por el país, que incluso lo reconoció otorgándole la nacionalidad peruana como símbolo de su lealtad y entrega.
Ascenso en Roma: de prefecto a papa
No fue un secreto para nadie dentro de la Iglesia Católica que Robert Prevost mantenía una profunda amistad con el papa Francisco. Esta relación cercana fue clave en su ascenso dentro de la curia romana. En 2023, Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, un puesto fundamental encargado de proponer los nombramientos episcopales a nivel mundial. Ese mismo año, Prevost fue nombrado cardenal y recibió la iglesia romana de Santa Mónica, un símbolo claro de su identidad agustiniana y su vínculo con la tradición de su orden.
Antes de sufrir la crisis respiratoria que marcaría su salud, Francisco promovió a Prevost a cardenal-obispo de Albano, uno de los cargos más altos del Colegio Cardenalicio. En este rol, Prevost continuó mostrando su estilo sobrio y su dedicación al servicio de la comunidad, destacándose por su humildad y cercanía con las personas.
Poco a poco, Robert Prevost fue ganando terreno en la curia romana, destacándose por su fluidez en español, su mentalidad de gobierno y su enfoque práctico y servicial, cualidades que adquirió durante sus años de trabajo en América Latina. Estas virtudes lo convirtieron en una figura clave para su elección como papa León XIV, el hombre capaz de tender puentes entre la Iglesia como institución y la pastoral cercana a los feligreses en todo el mundo.
Un león en la casa de Dios
Con apenas cuatro rondas de votación, el cónclave eligió a Robert Prevost como el nuevo papa de la Iglesia Católica. Fue un proceso inusualmente rápido, interpretado por muchos como un signo claro de unidad entre los cardenales. La elección sorprendió a más de uno, incluso al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien expresó su entusiasmo y lo calificó como “un gran honor para nuestro país”. La presidenta de Perú, Dina Boluarte, también celebró el momento como histórico: “Es uno de nosotros”, afirmó, recordando que Prevost adoptó la nacionalidad peruana por elección y convicción.
El nuevo papa, León XIV, llega al ministerio petrino con un estilo discreto, marcado por el humor fino y la humildad. Su amigo de décadas, el reverendo Mark Francis, lo describe como “una voz de sentido común” y destaca su profundo compromiso con la justicia social. Ese compromiso, formado entre aulas, comunidades pobres y cargos eclesiásticos, es hoy una de las bases de su pontificado.
Ahora, Robert Prevost carga sobre sus hombros la misión de guiar a una Iglesia que aún lidia con heridas abiertas: los escándalos, las tensiones internas, las fracturas profundas. Pero también trae consigo una esperanza renovada. Como el corazón en llamas de san Agustín que lo acompaña desde joven, el papa León XIV busca ser un puente sereno en medio de tiempos convulsos, alguien que pueda hablarle al mundo con cercanía, firmeza y compasión.