La colombiana Francesca Bellini-Joseph y su mirada distinta del arte

Diners conversó con la caleña Francesca Bellini-Joseph, quien vive en Londres, es mecenas de instituciones de arte y tiene una plataforma de cursos para artistas y coleccionistas.
 
La colombiana Francesca Bellini-Joseph y su mirada distinta del arte
Foto: Foto Manuel Vasquez /
POR: 
Melissa Serrato Ramírez

Cuando Francesca Bellini-Joseph finalizaba su carrera de Arte en la Universidad de los Andes, no dejaba de preguntarse cómo se vende el arte, pues en la facultad le habían enseñado que “el arte es algo puro y que, por eso mismo, no se debía untar de dinero”.

Sin embargo, siendo todavía muy joven y habiendo expuesto su trabajo en unos cuantos salones institucionales, esta caleña encontraba una gran contradicción entre lo que decían sus profesores, que “tenían la comodidad de un salario fijo, es decir, con qué vivir, y lo que les enseñaban a los artistas que estaban formando”. 

Entonces empezó a buscar caminos paralelos. El primero estaba ligado a la educación: trabajó en la Donación Botero, como guía de arte del Programa infantil de Gas Natural, en el que acompañaba las visitas de niños de bajos recursos, los sábados en la mañana, a las exposiciones en curso. El segundo le dio su bautizo con letras de imprenta en El Nuevo Siglo, pues conocía a Juan Gabriel Uribe y le pidió que la dejara escribir temas relacionados con arte en el periódico. 

Ambos fueron la puerta de entrada al esquivo mundo del arte, en el que ahora Francesca Bellini-Joseph desempeña roles tan diversos como apasionantes. Es miembro del comité de adquisiciones de arte latinoamericano del Tate Modern (Londres), copresidenta del grupo de mecenas de la misma institución, presidenta y fundadora del grupo de mecenas de la fundación Maeght, al sur de Francia, profesora del Instituto Sotheby’s y creadora de ACT!, una plataforma de cursos para artistas, coleccionistas y gestores. 

Francesca Bellini
Foto Manuel Vasquez

Esta es la historia de Francesca Bellini-Joseph y una trayectoria atípica que da cuenta de cómo se puede formar parte del mundo del arte desde la filantropía y otros roles poco convencionales.

¿Qué le dejaron esos dos primeros trabajos? 

Al programa infantil llegaban los niños a veces sin desayunar y, a pesar de eso, quedaban como si les hubiera abierto una puerta maravillosa al mundo. Y El Nuevo Siglo me hizo pensar en otra cosa que solo en ser artista. Además, ahí conocí a mis amigos, a los artistas, responsables de museos y galerías.

¿Decide ir a Londres a hacer la maestría de Sotheby’s de Negocios del arte, impulsada por la pregunta sobre cómo se vende el arte? 

No, ya había dejado un poco atrás esa pregunta. Escogí esa maestría porque asistí a una edición de ARCO, la feria de arte de Madrid, y Anders Petterson, de ArtTactic, que venía de la banca, hizo una presentación sobre análisis de mercado del arte, con gráficos y metodologías financieras que nunca había visto. Me pareció fascinante y me di cuenta de que era profesor en el Instituto Sotheby’s, de esa maestría. Entonces me inscribí porque quería aprender a hacer lo que él había hecho. 

¿De qué manera se relaciona esa experiencia con su plataforma de cursos? 

En Sotheby’s fueron pioneros de la educación en línea en el sector de arte, pero en 2014 me uní a ellos como profesora con un curso que diseñé, que enseño todavía y que es uno de los más populares, llamado Art as a Global Business: Dynamics of the Art Market. Se hace aproximadamente seis veces al año y dura seis semanas. Implica entender cómo funciona el mercado del arte, y asiste gente de todas partes del mundo.

Ahora lo estoy dejando gradualmente para dedicarme a mi plataforma, que se llama ACT! (Art Career Transformation Programme, www.actprogramme.io/), un proyecto educativo que tenía entre manos desde hace mucho tiempo, así que cuando llegó la pandemia tuve el tiempo y desarrollé mi plataforma de cursos prácticos para participantes del mundo del arte. No quería que la gente aprendiera algo solo intelectualmente, sino que quedara con habilidades prácticas que la llenaran de confianza. 

JesusRafael Soto
Foto cortesía Fundación Maeght

¿Cómo logra que se desarrollen habilidades? 

Elaboré un cuestionario y les pedí a varias fundaciones, como NC-arte y Flora (Bogotá), Delfina (Londres), Gasworks y Residency Unlimited (Nueva York), que lo enviaran a sus artistas. Era sobre habilidades que quisieran adquirir, que sentían que no poseían, en las que tenían vacíos y que no tenerlas representaba un obstáculo para desarrollar su carrera profesional. Me contestaron unos doscientos artistas y con base en sus respuestas, diseñé el curso.

¿A quiénes están dirigidos los cursos? 

Ahora tengo tres: uno para personas que quieren empezar una colección de arte; otro empresarial, para personas que quieren crear organizaciones de arte sostenibles, y otro para artistas que quieren mejorar la forma como presentan, hablan y escriben sobre sus prácticas artísticas. 

¿Qué diferencia sus cursos de cualquier otra formación para artistas? 

Es un curso que se vuelve una terapia y un foro para hablar sin tabúes de precios, del mercado, de lo que sea; porque en este mundo es frecuente el temor de “quemarse” por mostrar interés en algo distinto a la obra o hacer preguntas sobre el sector. Entonces, esta plataforma quiere generar un espacio seguro para que los artistas puedan preguntar cualquier cosa, sin miedo a que los cancele el medio del arte. Además, creé una serie de encuentros mensuales, donde las distintas ediciones de los cursos nos encontramos con personalidades del arte que invito para discutir de temas que han quedado abiertos.

Hablemos de la importancia de “atreverse a preguntar”…

Vengo de un tipo de educación en la que se creían dos cosas: primero, que el arte debe hablar por sí solo; segundo, que el dinero es malo y que corrompe el arte. Luego, con el cuestionario y con todos los estudiantes que han formado parte de ACT!, entendí que esa es la educación de arte que se imparte en todo el mundo: no te enseñan nada sobre qué puedes hacer con esta profesión después de que tienes el diploma.

Por eso, está pensado para artistas que tienen 35 años y más, que es cuando se dan cuenta de que el mundo es distinto a como les dijeron en la universidad, que es una profesión difícil y que, a pesar del título, no saben hablar de cosas prácticas del sector en el que están, porque es una profesión solitaria, no hay un gremio, no hay una oficina a la que puedan ir para aprender de alguien. Están solos en sus talleres.

Entonces, ACT! está llenando ese espacio, pues muevo toda mi red de contactos para que vengan a contestarles preguntas directas y francas, en un contexto en el que nadie critica. 

Sorprende un curso para coleccionistas, podría pensarse que un coleccionista tiene claro qué quiere y hacia dónde va con su colección… 

El mundo del coleccionismo de arte es uno de los más complejos, intimidantes y difíciles para quienes ya están ahí, y exorbitantemente complejo para quienes todavía no lo están y quieren empezar una colección, porque no saben a dónde ir ni en quién confiar y terminan gastándose una cantidad de dinero en una plaza, sea de Venecia o de Cartagena, en obras que no están validadas por el mundo del arte.

Suelen tener preguntas muy concretas: qué compro, o sea, qué es arte, a dónde voy, cómo no me equivoco, cómo hago para que no me engañen, de dónde sale el valor del arte, por qué tiene ese valor, y el proceso de validación del arte, que en últimas crea el valor y el precio de una obra. Asimismo, hay muchos que buscan entender el arte como inversión, y en este curso damos una mirada franca a este tema. 

Magdalena Abakanowicz
Foto Madeline Buddo, cortesía Tate Modern

ACT! no es el único proyecto al que consagra su tiempo, también hace trabajo filantrópico…

La figura del mecenas o filántropo que tenemos es la de una persona o una familia que nada en dinero y que como ya no sabe qué hacer con él, lo dona a museos o instituciones culturales. Sin embargo, puede ser menos costoso de lo que se cree. Por ejemplo, en el MamBo se puede comenzar una membresía por 60 mil pesos al año. Es un primer paso y no hay que subestimar el impacto de aportes modestos en el funcionamiento de una institución.

¿Cómo comenzó en el mundo del mecenazgo? 

En uno de mis cumpleaños, mi pareja me regaló el Young Patrons de Tate Modern, es decir, una membresía al grupo de mecenas y me enganché. La mayoría de los museos tienen programas de mecenazgo, divididos en niveles, según los aportes. Ese aporte es una donación, en el caso de la Tate, para apoyar exposiciones, adquisiciones, conservación o proyectos de enseñanza.

En agradecimiento, la institución ofrece oportunidades para acercarse a ella, como ir a las exposiciones en recorridos guiados con los curadores antes de que abran al público, hacer visitas a los estudios de conservación del museo, a estudios de artistas y a momentos sociales, porque estos programas permiten crear relaciones de amistad con gente a la que le interesan cosas que a uno también. 

Usted no solo es mecenas, sino también copresidenta del grupo de mecenas de la Tate. ¿Qué se hace en ese cargo? 

Es un grupo que comenzó en 1983 y actualmente somos unos 500 miembros. Cada tres años, el museo elige a dos copresidentes que representen los intereses del grupo de patronos ante la institución en las decisiones para asignar los fondos que se recolectan, sea en obras que los curadores desean adquirir o proyectos que quieren desarrollar los distintos departamentos.

Todos los proyectos los presenta el museo, no los individuos, y las decisiones las toma el comité ejecutivo que consta de unos diez miembros, incluidos sus copresidentes. Son tres años en ese cargo y comencé en noviembre, así que vendrán más cosas. Es un trabajo voluntario y una donación adicional de tiempo y esfuerzo que se da a la institución. Se trabaja cantidades, pero lo haces porque crees en la institución, su programa, su alcance y quieres contribuir a la comunidad desde el arte y ser parte de eso. 

Habla de “las obras que los curadores quieren adquirir”, es decir, de los comités de adquisición. En ese sentido, no podemos olvidar que usted también forma parte del Comité de adquisición de arte latinoamericano de Tate…

Sí, en noviembre celebramos los veinte años de ese comité, el primero que existió en la Tate, por fuera de la colección principal de arte de Estados Unidos y Europa. Institucionalmente, el arte latinoamericano tiene interés, pero sin el boom del que se llegó a hablar en ciertos momentos. 

También es presidenta del grupo de mecenas de la fundación Maeght, en Saint-Paul de Vence, al sur de Francia, con la diferencia de que fue usted quien comenzó el grupo… 

Sí, ellos no tenían un grupo de mecenas, a pesar de ser la primera fundación de arte de Francia, con una gran colección de arte del siglo XX. La creó en los años sesenta una pareja de galeristas, que llevaba la obra de los grandes artistas del siglo XX: Bonnard, Giacometti, Calder, Chagall, Matisse, y que vivía en el sur de Francia.

Entonces hablé con el director y le propuse montar el grupo de mecenas con mi amiga Leslie Ramos, la directora del grupo, que acababa de terminar su trabajo como administradora de mecenas en la Royal Academy of Arts. Lo armamos antes de la pandemia, así que cuando llegó el COVID-19 pensamos que no iba a funcionar, pero hicimos unos eventos piloto en el verano de 2020, que resultaron muy bien.

Actualmente tenemos más de cincuenta miembros y hemos logrado reunir unos 400 mil euros. Ese dinero se dona a la fundación para conservación, exposiciones e investigación de archivo, porque tienen muchísimos documentos originales relacionados con el arte moderno, que no se conocen.

Y a raíz de la fundación, se embarcó también en la creación de una guía turística del sur de Francia…

Es un proyecto por diversión. Mi amiga Leslie, que es venezolana e italiana, y con quien trabajamos en Maeght, hizo una guía de Venecia para repartir a sus amigos durante la última Bienal de Venecia. Vivió allá y quería mostrarnos una cantidad de lugares que solo alguien de Venecia puede conocer para no caer en sitios turísticos espantosos.

Entonces, hicimos juntas la del sur de Francia, con la intención de mostrarlo como destino cultural, artístico, natural y gastronómico. Imprimimos algunos ejemplares para dárselos también a nuestros amigos y a las personas que se vinculan con la fundación Maeght. Es sin ánimo de lucro. 

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marzo
9 / 2023