Felipe Macia: el artista colombiano que convierte el Amazonas en partitura y debuta en Estados Unidos

Diners conversó con el bogotano sobre su debut artístico en Estados Unidos, donde expone Practices of Place: su visión sobre el mensaje oculto de la naturaleza.
 
Felipe Macia: el artista colombiano que convierte el Amazonas en partitura y debuta en Estados Unidos
Foto: Felipe Macia
POR: 
Óscar Mena

En Practices of Place, su primera exposición individual en Estados Unidos, el artista colombiano Felipe Macia transforma el clima en una experiencia tangible. La muestra, que se presenta en Watershed Art & Ecology en Chicago, propone una exploración poética del territorio, donde el paisaje deja de ser fondo para convertirse en archivo, cuerpo y lenguaje. A través de esculturas, sonidos y animaciones digitales, Macia convierte datos científicos en materia sensible y plantea una pregunta urgente: ¿cómo se habita un planeta que cambia?

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Formado en sostenibilidad y con una Maestría en Bellas Artes del School of the Art Institute of Chicago, Macia ha llevado su obra a escenarios como el Museo de Arte Moderno de Medellín y el Camden International Film Festival. En Chicago, en un espacio dedicado al cruce entre arte y ecología, el artista construye puentes entre la selva amazónica y sistemas atmosféricos globales. Sus materiales van desde la madera tropical reutilizada hasta los registros satelitales de vapor de agua, en una práctica que es tanto científica como poética.

Obras como Atmosphere of Rivers y Archeology of Sky revelan la dimensión afectiva del clima: su respiración, sus ritmos ocultos, su memoria vegetal. En ellas, Macia permite escuchar los anillos de los árboles como partituras sonoras o visualizar el viaje de la humedad amazónica hacia California a través de un tejido digital que se expande y se contrae. En su universo, el arte no representa la naturaleza: la activa, la escucha y la encarna.

Para Macia, su obra no responde a una identidad cultural sino a una forma de estar en el mundo. “No se trata de hablar del Amazonas, sino de dejarse afectar por él”, afirma. Su mirada no es nostálgica ni documental, sino sensorial y comprometida. En tiempos de crisis climática, su trabajo invita a reentrenar la percepción y a recordar que el clima no es un dato ajeno: es un cuerpo que nos atraviesa.

Antes de ser artista usted es el director de sostenibilidad de Crepes & Waffles, una de las marcas más queridas en Colombia. ¿Qué lo llevó a cambiar el tablero corporativo por el taller de artista?

Para mí la interdisciplinariedad tiene un valor muy grande, representa la posibilidad de aproximarse al mundo y relacionarse con él desde distintas prácticas. He tenido la oportunidad de trabajar directamente en el diseño de sistemas que invitan a repensar modelos de negocio capaces de establecer relaciones virtuosas con pequeños productores agrícolas y con los sistemas naturales. Esta experiencia me ha permitido conocer de cerca las problemáticas y oportunidades que existen en realidades territoriales específicas, en relación con la naturaleza y las personas. Toda esta práctica también ha nutrido mis procesos artísticos, permitiéndome explorar estos mismos temas desde lo sensorial, el cuerpo y la representación.

Practices of Place busca escuchar al Amazonas. ¿En qué momento sintió que la selva hablaba? ¿Y cómo aprendió a traducir ese lenguaje?

El sonido es un fenómeno inseparable de la vida y de la materialidad que habitamos, pues los cuerpos producen resonancia y vibración al tocarse. Todo lo vivo, todo lo material, vibra. Sin embargo, como nos invita a reflexionar el artista colombiano Leonel Vásquez en sus obras, la escucha es un modo relacional de apertura al otro. Escuchar implica una disposición a atender la selva y sus dinámicas, a reconocer que el bosque está siempre resonando, aunque no siempre lo escuchemos. Del mismo modo, la resonancia de nuestras formas de vida también llega al bosque, afectando sus dinámicas.

Las obras en la exposición proponen la escucha como un gesto de relación: pues en los bosques no solo habitan múltiples resonancias, sino que median entre los espacios urbanos y la geografía en general. El bosque posee una fuerza escultórica, y ese es el diálogo que se teje desde lo sensorial en las piezas que conforman Practices of Place.

¿Qué fue primero: el deseo de comprender al mundo o el impulso de conmover al espectador?

Después de trabajar durante muchos años con comunidades de pequeños productores en Colombia, diseñando estrategias para producir y conservar, tuve la oportunidad de comprender, desde la ciencia, las dinámicas de los ecosistemas, la geología y la tierra. Cada vez que entendía un poco más sobre las dinámicas que, desde la ciencia, definen los sistemas vivos, se afianzaba en mí la certeza de que la trascendencia habita en la poesía de cómo está construida la vida y la naturaleza.

Comprender fenómenos como los “ríos voladores” que se generan en la Amazonía y viajan con agua hacia Bogotá, entre otros procesos de los sistemas planetarios, despertaba en mí un sentimiento poético que habita en la ciencia. La vida es algo sumamente improbable y, por eso mismo, profundamente conmovedor.

A lo largo de mi trayectoria, sentí el deseo de explorar el arte como un medio para relacionarse afectivamente con las ciencias planetarias. Tan importante como la investigación científica es la posibilidad de generar pensamiento desde el cuerpo y lo sensorial. Es en esa intersección donde se desarrolla mi trabajo.

Dice que el clima no es una estadística, sino una experiencia. ¿Qué secretos esconde el cielo cuando lo escucha desde el arte?

En mi práctica ha existido un interés constante por explorar el clima como material de mis obras, comprender y experimentar las distintas dimensiones de las fuerzas de la atmósfera. La atmósfera y el viento no son espacios vacíos, sino una gran membrana de relaciones entre lo vivo y lo inerte, en un intercambio dinámico de interdependencias.

El gran secreto es que habitamos una membrana común que, al mismo tiempo, es una fuerza que esculpe geografías, media nuestras vidas y construye geologías. Y también nosotros somos una fuerza que esculpe el clima y la geología.

El arte nos permite explorar parte de ese archivo, ese conjunto infinito de relaciones que ocurren en la atmósfera. Nos permite ingresar, desde los sentidos y con el cuerpo, a momentos de esas intersecciones que nos invitan a pensar nuestra agencia y nuestro rol en la red de interdependencia.

Las obras Arqueología del cielo y Ríos en la atmósfera utilizan distintos datos climáticos para producir sonido e imagen. Y es a través de esa experiencia, no solo mediada por la palabra, que entramos a pensar desde los sentidos y el cuerpo.

Ha vivido en Bogotá, en Chicago, y ha trabajado con datos de territorios que a veces ni siquiera ha pisado. ¿Cómo se mantiene viva la conexión con lo que se quiere cuidar desde la distancia?

He vivido gran parte de mi vida en Colombia y he tenido la fortuna de recorrer muchos de sus rincones de manera íntima, trabajando con diversas comunidades locales, desde la Amazonía hasta los Montes de María. 

Este relacionamiento, basado en el cuidado y en tejer vínculos que activen el potencial de la naturaleza y de las personas, informa profundamente mi práctica artística. Es precisamente ese vínculo el que me mantiene conectado a lugares específicos, con proyectos que están transformando las relaciones entre lo humano y lo natural. Por eso, las obras y el uso de datos que realizo parten de una práctica situada, enraizada en mi relación con estos territorios.

Y bueno, Chicago entra en escena porque fue donde realicé mi Maestría en Bellas Artes; es un lugar que me ha permitido desarrollar mi práctica y expandir sus posibilidades.

En Atmosphere of Rivers, visualiza corredores invisibles de humedad entre la Amazonía y California. ¿Cuál es su propio río invisible? ¿Qué une su infancia, su exilio y su presente creativo? 

Los ríos voladores son grandes columnas de agua generadas por la evapotranspiración de la Amazonía, que viajan a través de la atmósfera hacia distintos lugares, como California o Bogotá, revelando hilos de agua que conectan geografías a través de un tejido invisible.

El tejido que enlaza mi experiencia de vida y mi deseo de estudiar arte, que me llevó a estudiar en Estados Unidos, es la idea de que la trascendencia y la belleza habitan en el lugar que habitamos.

Las esculturas de Framed by Weather se construyen con madera recuperada, cicatrices vegetales, palabras mínimas. ¿Qué memorias suyas se tallaron en estas piezas? ¿Qué fragmentos de usted están ahí? 

En esta serie hago una reflexión sobre la memoria de la madera y cómo hemos estado enmarcando el arte en la memoria climática. El primer gesto es esculpir marcos que hacen visibles los ritmos de crecimiento del árbol, los cuales responden a condiciones como el agua, la luz, la temperatura y los nutrientes.

Estos ritmos se traducen en líneas que se entretejen con poesía: líneas de sentido que se cruzan con líneas de tiempo y líneas climáticas. El poema fue inspirado en el trabajo del científico dendroclimatólogo Jorge Andrés Giraldo, quien fue el primero en categorizar más de 80 especies del bosque húmedo aptas para la datación climática (dendroclimatologia), rompiendo el paradigma de que este tipo de estudios solo era posible en regiones con estaciones marcadas.

El poema propone una reflexión sobre el tiempo en el trópico: un tiempo que no está definido por las estaciones, sino por la luz.

El arte contemporáneo muchas veces se encierra en discursos. El suyo, sin embargo, se abre hacia el afuera. ¿Cómo evita que la tecnología enfríe la emoción?

La tecnología puede ser un dispositivo sensible que nos permite percibir y traducir fenómenos que están fuera del rango perceptual humano. Existen dispositivos que habilitan la escucha acuática, la escucha atmosférica o la escucha cromática.

En mis obras intento construir una experiencia visual y sonora que sea evocativa y afectiva, donde la tecnología, en lugar de enajenarnos, nos acerque a los pulsos de vida presentes en la atmósfera, en la memoria climática de los árboles, y así propiciar un giro afectivo hacia la relacionalidad e interdependencia que sostienen la vida.

¿Qué se revela cuando América Latina entra en diálogo desde la selva y no desde el exotismo?

Los ecosistemas de Latinoamérica, y en especial los de Colombia, son determinantes para sostener la arquitectura de la era geológica actual. Por ello, nuestros ecosistemas, biomas y territorios poseen una telepresencia global real, ya que median constantemente flujos vitales para la vida y la sociedad. Estos flujos son diarios y permanentes, aunque muchas veces imperceptibles. 

Timothy Morton ha denominado estos fenómenos hiperobjetos: objetos o eventos cuyas dimensiones en el espacio y el tiempo son cruciales para la vida humana, están interconectados, gozan de una no-localidad y trascienden tanto la comprensión como la experiencia humana inmediata. Lo que se revela al generar experiencias sensibles de estos hiperobjetos a través del arte es, en palabras de Michel Serres , que: “Universo y lugar están conectados en un nudo tan difícil de formar como de imaginar”.

Si Practices of Place es una invitación a reorientar la sensibilidad, ¿qué quisiera que el público se lleve al salir?

Una de las cosas más bonitas de cómo las personas reciben la obra es la multiplicidad de miradas, reacciones y reflexiones que surgen en cada una. En esa diversidad se tejen nuevas perspectivas, se generan conversaciones que incluso yo no había imaginado.

Mantener ese espacio abierto, donde cada quien pueda sentir y pensar de forma expandida, es precisamente donde reside la provocación del arte.

         

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junio
16 / 2025