¿Qué vino es mejor para maridar con empanada?

Descubra con Diners los vinos ideales para maridar con empanadas colombianas, amasijos y hasta platos típicos como el ajiaco, el mote de queso y hasta la bandeja paisa.
 
¿Qué vino es mejor para maridar con empanada?
Foto: DavideAngelini/ Shutterstock
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Revista Diners

¿Empanada y vino? ¿A quién se le ocurre ese maridaje? A los colombianos. Puede que nuestra tierra no sea de viñedos, pero sí de sabores y combinaciones sin igual. De tamales envueltos en hojas de plátano que guardan el calor, de sopas que llevan guasca y cilantro, de fritos que evocan el Caribe cuando el sol está en lo más alto y de carnes que se asan bajo cielos llaneros.

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Los sabores colombianos son intensos, diversos y profundamente anclados en la memoria colectiva. Durante años, el vino fue visto como un lujo distante, reservado para brindis en bodas o para ese brindis formal con la tía que vive en Europa. Pero esa percepción empieza a desmoronarse: hoy el vino aparece en la mesa colombiana para acompañar platos locales, sin pretensiones, como un compañero inesperado que enciende nuevas conversaciones.

vino
Manuel Olarte

En este encuentro entre la tierra y la viña surgen diversas opciones, cada vez más económicas, como Pinta Negra, un vino portugués producido por Adegamãe que aterriza con frescura y carácter. Sus versiones blanco y tinto están elaboradas con uvas autóctonas y proponen un viaje sensorial que armoniza con la identidad gastronómica colombiana, desde la esquina de la empanada hasta el calor de la bandeja paisa.

La misma línea le siguen vinos como Cruzares, Quinta Las Cabras y Gato Negro, capaces de acompañar desde un asado dominguero hasta una empanada de la esquina. Su relación calidad-precio permite que más colombianos se acerquen al vino sin temor, sin necesidad de grandes ceremonias ni billeteras abultadas. Son vinos democráticos, pensados para compartir en la mesa, celebrar triunfos diarios y transformar cualquier plato en una experiencia diferente. Porque el buen maridaje no depende del precio, sino de la alegría que se sirva en cada copa.

Empanadas y fritos: la chispa del blanco fresco

empanada y vino, maridaje

La empanada, reina indiscutible de la calle, se vuelve aún más irresistible con el Pinta Negra Blanco. Este vino, resultado de la mezcla de Fernão Pires y Arinto, aporta aromas florales, frutas tropicales y un carácter cítrico que limpia la boca y aviva el paladar. Su acidez vibrante conversa con la masa frita, realza el ají y mantiene el ritmo en cada mordida.

El blanco también encuentra aliados en las carimañolas, los aborrajados o la arepa de huevo. Su frescura abraza las texturas y resalta las capas de sabor, como si el Caribe se colara en cada sorbo.

Sopas y amasijos: una alianza inesperada

Amasijos colombianos
Jorge González / Producción Cristina Tingle

Pocos se atreven a maridar vino con sopas, pero en Colombia todo es posible. Un ajiaco santafereño, un mote de queso o un sancocho encuentran en el Pinta Negra Blanco un aliado refrescante. El vino, con su expresión cítrica y ligera, corta la cremosidad y realza los sabores profundos de los caldos.

Y si hablamos de amasijos, como las arepas, los tamales o los pandebonos, el blanco les da un respiro fresco y aromático. Para los tamales con carne, o los rellenos más potentes, un Pinta Negra Tinto puede ofrecer estructura y un cierre amable al bocado.

Carnes y bandeja paisa: el abrazo del tinto

Parrilla
Parrilla carne

Cuando la mesa se llena de bandeja paisa, posta negra cartagenera, cabrito santandereano o una carne a la llanera, el Pinta Negra Tinto y Las Cabras entran en escena. Este vino, mezcla de Castelão y Aragonêz, entrega estructura, taninos suaves y notas de frutas negras y especias. Una combinación que no solo equilibra la grasa y los sabores intensos, sino que aligera el bocado y hace de cada plato una experiencia más armónica y digerible.

Una invitación a romper mitos

Vino y Flamenco
Kelsey Knight en Unsplash

“Durante años, el vino fue visto como un lujo lejano, ajeno a nuestra mesa diaria. Pero esa percepción está cambiando”, afirma Catalina Rúgeles, sommelier experta. Según ella, la cocina colombiana, con sus largas cocciones y abundancia de ingredientes, es sorprendentemente compatible con el vino.

Además, el hecho de que en Colombia el picante se use con moderación abre un espacio privilegiado para el vino, sin interferencias agresivas. Muchas preparaciones llevan herencias europeas, como los guisos con garbanzos o las salsas cremosas. Es cuestión de animarse, de probar sin miedo y sin pretensiones, de descubrir cómo un vino puede potenciar la arepa o convertir una sopa en un viaje inesperado.

El bajo consumo de vino en Colombia no se debe a la falta de afinidad gastronómica, sino a una barrera cultural: el vino como lujo y la costumbre de acompañar con jugos. Pero esa barrera se derrumba sorbo a sorbo.

Los vinos Pinta Negra, Cruzares, Quinta Las Cabras y Gato Negro, jóvenes, frescos y fáciles de beber, son la llave para abrir esa puerta. Son versátiles, se adaptan a un país tropical y se convierten en cómplices para mejorar la experiencia de la mesa.

Así que, la próxima vez que vea una empanada o llegue un tazón humeante de ajiaco, no tema alzar una copa de vino porque al final el mejor maridaje no se mide en etiquetas, sino en compartir con otros.

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julio
3 / 2025