Un santuario capilar con productos orgánicos

Revista Diners
Es un viernes lluvioso en Bogotá. Luego de una semana intensa de mucho trabajo, nada mejor que tomarse dos horas al final de la tarde para desconectar y dedicar ese tiempo al cuidado capilar.
Sin duda alguna, la pandemia, que le generó a más de uno la repentina caída del pelo, y la conciencia de las nuevas generaciones por utilizar productos orgánicos, que sean mucho más amigables con el medio ambiente y libres de químicos, como sulfatos, parabenos, silicona, formaldehído e inductores de formol, han contribuido a que existan nuevos espacios más naturales para el cuidado del pelo.
Según un informe de la empresa de tendencias WGSN, “la necesidad de una mejor comprensión sobre ingredientes, productos, servicios e informaciones relacionadas con el cuidado del pelo ha atraído cada vez más la atención del público, especialmente a la generación Z. Esta generación está más informada y consciente, con el 74 % de los consumidores ya identificando su tipo de cabello, desde patrones de rizos hasta necesidades específicas. Este creciente interés impulsa rutinas personalizadas y detalladas, como rituales previos a la ducha y combinaciones de productos enfocados a lograr objetivos específicos de salud capilar”.
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WSGN, además, asegura que “el pelo, históricamente símbolo de belleza, especialmente en el mercado latinoamericano, también se está convirtiendo en un campo de innovación científica. El deseo de tener un cabello saludable y la expansión de los rituales de cuidado han impulsado el uso de tecnologías avanzadas, como ingredientes biomiméticos y soluciones inspiradas en el cuidado de la piel”.
El santuario capilar
Amada Holistic Clinic Hair es justamente uno de esos nuevos lugares que han aparecido a raíz de las nuevas tendencias de belleza. Ubicado en el norte de Bogotá, el espacio es cálido y acogedor, con una paleta de colores del beige al ocre y una estética minimalista. Al llegar —luego de ofrecerle una taza de café de origen o té— lo primero que hacen es hacerle un completo análisis del cuero cabelludo en un capilógrafo—un microscopio digital que permite conocer el tipo de cabello y las condiciones en las que se encuentra para ofrecer un diagnóstico preciso. Resulta muy curioso (y algo perturbador) ver a profundidad los detalles del cuero cabelludo, la grasa, la resequedad o el maltrato al que ha sido sometido el pelo por tintes, secadores, alisados o constantes cambios de clima, año tras año.
Una vez analizado, la terapeuta decide el tratamiento que se debe aplicar. En este caso, utilizará arcilla, uno de los elementos más antiguos para el pelo.
La arcilla que aplicarán sobre el pelo es blanca, más suave y reparadora, perfecta para pieles sensibles o cueros cabelludos irritados. La terapeuta aclara que la verde es ideal para cueros cabelludos grasos o con tendencia a inflamación; ayuda a purificar profundamente, desintoxicar y regular el sebo mientras que la negra es rica en minerales y se enfoca en estimular la microcirculación, lo cual activa el crecimiento del cabello desde la raíz. En medio de este proceso, le colocan una máscara de piedra de ojo de tigre sobre el rostro para generar una mayor calma y relajación en la piel y, además, le realizan unos suaves masajes en las manos con aceites.

Después, el tratamiento se complementa con un shampoo en polvo personalizado, hechos con aceites esenciales según la necesidad de cada persona. Son productos que respetan el agua y ayudan a tratar infecciones, desintoxicar el cuero cabelludo y activar su regeneración natural. Finalmente, después de lavar el pelo, lo peinan normalmente y queda mucho más sedoso y brillante.
De emprendimiento a innovación clinica
Esta marca comenzó hace siete años como un emprendimiento de Nathalia León. “Inicialmente, ofrecía servicios a domicilio en Bogotá y Ciudad de Panamá. Mi pasión por el cuidado capilar se unió a la experiencia de un equipo de científicos y médicos”. Además, trabajan con Catalina Vélez, una chef caleña apasionada que trabaja con ingredientes naturales del territorio. “Juntos solo usamos materias primas que respetan nuestro ambiente, acentuando siempre nuestra sostenibilidad. Nuestros envases, por ejemplo, están hechos de almidón de maíz, papel reciclado y telas recuperadas, lo que demuestra nuestro compromiso, respeto y amor con el medio ambiente”, asegura.

León explica que utilizan aceites esenciales y extractos de plantas autóctonas, además de contar con un equipo de fitoterapeutas que se especializan en estudios medicinales. “Gracias a su conocimiento, podemos tratar problemas como la alopecia y la caída hormonal del cabello, ofreciendo tratamientos de alisado responsables y naturales”, dice y agrega: “para nosotros es fundamental trabajar con ingredientes que respeten la sabiduría ancestral y la biodiversidad de nuestro territorio. Por eso utilizamos aceites vegetales como el de pequí, rico en provitamina A y antioxidantes, que ayuda a restaurar la fibra capilar y dar brillo natural; el de copaiba, con sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas, ideal para calmar irritaciones y fortalecer el folículo piloso, y la jojoba, que se extrae de un arbusto del desierto, y equilibra la producción de grasa, ayudando tanto a cueros cabelludos secos como grasos. Todos son increíblemente afines al sebo natural del cuero cabelludo humano lo que permite que los absorba fácilmente, sin alterar su equilibrio”.
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Posteriormente, otra de las terapias disponibles es la ILIB, una técnica con láser de baja intensidad, que se aplica a través de la arteria radial en la muñeca y proporciona diversos beneficios, como promover la desinflamación corporal y un sueño reparador. “La idea surge después de una investigación que realice de los beneficios de la desinflamación en el cuerpo en todos los ámbitos, no solo capilares, y cuando entendí que si todo funciona bien adentro será el reflejo de lo que vemos y cómo nos vemos”, concluye.