Belo Horizonte: una ciudad con gastronomía, arte y arquitectura que sorprende

Pocos sospechan la gran riqueza artística, gastronómica y arquitectónica que encierra Belo Horizonte, en Brasil. La capital del estado de Minas Gerais representa un destino con identidad propia.
 
Belo Horizonte: una ciudad con gastronomía, arte y arquitectura que sorprende
Foto: La Casa de Baile produce y acoge exposiciones, espectáculos y actividades relacionadas con los temas de su vocación museística. Foto Hugo Martins / Flickr /
POR: 
Liliana López Sorzano

Más de 14 mil botecos o bares se despliegan por las calles de Belo Horizonte. La vida gira alrededor de estos locales donde gente de todas las edades socializa alrededor de unas cervezas, cachaças, caipiriñas y comida típica informal, como pastelitos, torresmos (chicharrones) y guisos. Apenas una esquina termina, en la siguiente se encuentra otro bar, muchos con nombres de sus dueños, Bar do Antonio, Cantina do Lucas, Nicolau Bar da Esquina o el Patorroco, que ha ganado en dos ocasiones el premio a la mejor comida de boteco. 

Es, sin duda, una ciudad que no tiene los reflectores con la potencia urbana de São Paulo y el encanto natural de Río de Janeiro. De hecho, siempre ha estado fuera del radar y ha sido más la puerta de entrada para llegar a los pueblos coloniales de la era minera como Ouro Preto o Tiradentes. Sin embargo, quien la visite por primera vez encontrará que esta ciudad es un gran secreto guardado y que hay muchas razones para visitarla. 

El legado arquitectónico de Oscar Niemeyer

Para empezar, pocos conocen que el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, mundialmente destacado, dejó obras importantes en esta ciudad, y que este lugar fue determinante en su carrera. El alcalde de la ciudad en 1940, Juscelino Kubitschek, fue un desarrollista y su mandato se caracterizó por múltiples obras de infraestructura. Tiempo después fue presidente de Brasil y al lado de Niemeyer idearon gran parte de lo que es Brasilia. Kubitschek era un amante de las artes y creía en el embellecimiento de las ciudades; por esa razón le encargó al arquitecto el diseño de varias edificaciones a la orilla de una laguna artificial. El conjunto de Pampulha que cumple su aniversario número 80 y que está catalogado dentro de la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, consistió en la construcción de un casino, una casa de baile, un club social náutico y la iglesia de San Francisco de Asís.

Aunque Niemeyer fue ateo, creó esta iglesia totalmente revolucionaria para su época. Ahí ya daba indicios de lo que caracterizaría muchas de sus futuras construcciones: la libertad formal, atreverse a darle ondulaciones y formas sinuosas al hormigón, como en una bella contradicción. Vale la pena detenerse en cada ángulo, en cada detalle, en cada esquina para admirarla. Desde el mural del altar y los azulejos que decoran los tres arcos, hechos por el artista Candido Portinari, hasta el mosaico de la cubierta del techo elaborado por el muralista Paulo Werneck. 

iglesia de San Francisco de Asís
La iglesia de San Francisco de Asís fue construida en 1943 y forma parte del conjunto arquitectónico de Pampulha. Foto Frank Bitencourt

Cerca de ahí está la Casa de Baile, que ahora es un centro cultural en el que el visitante puede imaginarse en esas fiestas donde los hombres vestían corbata negra y las mujeres, en vestidos strapless con grandes faldas, brindaban y bailaban. En una de las paredes de este recinto se aprecia una frase que el propio Niemeyer escribió de su puño y letra cuando visitó el lugar en 2003: “Pampulha fue el inicio de Brasilia, los mismos problemas, la misma prisa y el mismo entusiasmo. Su éxito influyó con certeza en la determinación con que JK (Juscelino Kubitschek) construyó la nueva capital”. 

A pocos minutos de ahí se encuentra el museo Casa Kubitschek, residencia de fin de semana del alcalde y presidente, que ahora funciona como lugar de exposiciones sobre arquitectura, paisajismo y arte. Muchos de los muebles y obras de arte se encuentran tal como estaban en su estado original en esta construcción modernista. Además, el exuberante jardín fue diseñado por Roberto Burle Marx, el paisajista más celebrado de Brasil. Para los amantes del diseño y de la arquitectura, esta es una parada imprescindible.

La suerte de las otras construcciones que habían vislumbrado Niemeyer y Kubitschek fueron menos afortunadas. El hotel nunca se construyó, el casino dejó de funcionar poco tiempo después de ser inaugurado y lo cerraron en 1946 porque prohibieron los juegos de azar en el país, pero ahora es un museo de arte contemporáneo. El club sigue en funcionamiento, pero tiene muchas variaciones del proyecto original. Al visitar Pampulha es mejor hacerlo antes del atardecer en un día soleado para experimentar en carne propia lo que es un bello horizonte literal. 

Edificio Niemeyer
Fachada del Edificio Niemeyer, diseñado por Oscar Niemeyer, el único residencial de la plaza de la Libertad. Foto Claiton Conto / Unsplash

El legado de Niemeyer no solo reside en este complejo, sino también en el edificio Niemeyer construido en 1954, en uno de los costados de la plaza de la Libertad, el centro del poder de Belo Horizonte. Este edificio habitacional hace referencia al Copan de São Paulo con sus hermosas curvas, solo que este tiene una escala menor. En esta plaza confluyen varias de las avenidas más importantes y los edificios que la rodean son gubernamentales, algunos de estilo ecléctico-neoclásico propio de finales de siglo XIX, otros art déco y los modernistas como la Biblioteca Pública, construida también por Niemeyer.

Los jardines fueron inspirados en el palacio de Versalles para dar caminatas y paseos de esparcimiento entre fuentes y rosales. Además, un imponente camino de palmeras domina el centro de la plaza, a la que hay que destinar un tiempo para conocerla. 

Gastronomía, un orgullo minero

El pan de queso es una institución para los mineiros. El estado de Minas Gerais es uno de los grandes productores de queso del país y la tierra del famoso y adictivo bocadito, hecho de harina de yuca y queso, consumido al desayuno con una taza de café o a cualquier hora del día a manera de snack. Para elaborarlo suelen usar el queso minas tradicional o mineiro, obtenido a partir de leche de vaca, semicurado, blando, húmedo y ligeramente salado. Para darse cuenta de lo que ofrece la gran despensa de esta región hay que visitar el Mercado Central y encontrar ahí toda la variedad de quesos blancos y curados. Para los amantes del dulce y quienes quieran llevar un recuerdo comestible, hay frascos de dulce de leche excepcionales, como también la goiabada o pasta de guayaba, tanto firme como en versión mermelada, de sabor memorable. También hallarán una variedad de quesos frescos y curados, ideales para combinar con la goiabada. A esta mezcla le llaman Romeo y Julieta, aludiendo a ese amor entre opuestos y cuyo concepto lo extienden a pizzas, helados, postres y otras preparaciones.

Por otra parte, Belo Horizonte fue reconocida por la Unesco como Ciudad Creativa en la categoría de gastronomía. Hay una fuerte tradición de elaboración de café y de cachaça, el destilado de caña de azúcar brasileño por excelencia, cuya mayor producción también se encuentra en Minas Gerais. En el Mercado Central se pueden catar y comprar desde cachaças para hacer caipiriñas hasta las más sofisticadas para beberlas solas. Tanto el queso como las cachaças son alimentos de propio consumo y muchas fazendas los siguen produciendo. 

Florestal, Belo Horizonte
La chef Bruna Martins es la creadora de Florestal, un restaurante donde las plantas y las verduras son las protagonistas. Foto Nani Rodrigues, cortesía Florestal

Cerca de Pampulha se encuentra uno de los restaurantes más conocidos, frecuentado por locales y extranjeros. Este comedor campestre llamado Xapuri, que significa ‘lugar tranquilo’, opera desde 1987. En el comienzo eran apenas seis mesas y desde hace diez años la segunda generación retomó el restaurante, que puede atender en un domingo a cerca de mil personas. Ofrecen una cocina tradicional mineira, la que se cocinaba en las haciendas y que se preparaba para los tropeiros, es decir, los trabajadores a caballo que arriaban el ganado. Así como en los Llanos Orientales de Colombia, aquí la comida debía viajar y perdurar en el tiempo. Uno de los platos más conocidos es el fríjol tropeiro preparado con salchicha y harina de mandioca. En Xapuri también se sirven los famosos torresmos (chicharrones), crocantes, carnudos acompañados de limón, empanadas, guisos de carnes de largas cocciones o el pollo pegamento que, como su nombre lo indica, deja los dedos pegajosos, ya que al cocinarlo por muchas horas el colágeno convierte los jugos en una salsa golosa. Solo tienen vinos mineros en la carta y es una gran oportunidad para probar lo que ofrece la región en cuestión de vides. 

No hay que perderse la tienda de artesanías que tiene el restaurante, increíblemente curada con productos de distintas regiones de Brasil y con objetos de artistas también. 

Por el lado de la alta cocina aparece Glouton, del chef Leonardo Paixão, quien usa ingredientes locales, especialmente de Minas Gerais, y los combina con influencias globales como en su costilla de cerdo ahumada con chutney o en la nube de gorgonzola con pimienta rosa y flores. 

En lo casual, el bistró de la chef Bruna Martins es una excelente opción para probar una cocina descomplicada de productos brasileños con giros interesantes y un ambiente entrañable con música en vivo.

El Mercado Novo, que servía en los años cincuenta como cobertizo para los tranvías, fue revitalizado para acoger no solo bares y restaurantes, sino tiendas y boutiques de emprendedores y diseñadores regionales. Es mejor visitarlo por la tarde porque algunos negocios tienen horarios tardíos, pero no deje de comer en el restaurante Cozinha Tupis, que ofrece comida de boteco y local, y acompañarla con las cervezas del local contiguo, una cervecería artesanal llamada Viela. 

Arte y danza en Belo Horizonte

Otro de los grandes atractivos de la ciudad, aunque quede a 40 minutos de distancia, es Inhotim. Un lugar único a escala global. Este es el museo de arte contemporáneo al aire libre más grande del mundo. Fue ideado por un empresario de la metalúrgica, Bernardo de Mello Paz, y lo empezó a construir en su finca a principios del año 2000 para inaugurarlo en 2006. Amante de las plantas, se propuso, además de albergar galerías y piezas de arte entre la naturaleza, tener una de las mayores colecciones de palmas.

Instituto
Inhotim de Belo Horizonte
Vista externa de la Galería Adriana Varejão en el Instituto Inhotim de Belo Horizonte. Foto Rossana Magri, cortesía Inhotim

Visitarlo es como entrar en un Disney World del arte y la botánica, en donde se van revelando edificaciones que albergan el trabajo de un solo artista o el conjunto de varios. Son alrededor de 700 piezas elaboradas por más de 60 artistas en medio de 140 hectáreas, entre ellos Doris Salcedo, Doug Aitken, Adriana Varejão, Lygia Pape, Hélio Oiticica, Chris Burden, Olafur Eliasson. 

Aunque se aconseja caminar para apreciar las distintas especies, es imposible abarcarlo en un solo día, así se cuente con el servicio de los carritos de golf. A Inhotim siempre hay que hacerle la promesa de regresar para perderse en este Jurassic Park del arte. 

Grupo Corpo
Sem Mim, una obra presentada por el Grupo Corpo en 2011, es un ballet que se inspira en el cancionero medieval profano gallego portugués Ciclo de la mar de Vigo, de Martín Códax. Foto cortesía Grupo Corpo

Como si no sobraran razones para visitarla, Belo Horizonte es la sede de una de las compañías de danza moderna más importantes del país. El Grupo Corpo, creado a mediados de los años setenta, se ha caracterizado por crear obras que además de inspirarse en la tradición, en lo urbano, en lo clásico, hablan también de Brasil, en la manera como se expresan y se mueven por el mundo. Si alguna creación de esta compañía se está presentando en la ciudad cuando no está de gira por Brasil o por el mundo, no duden en reservar de inmediato. La energía, la pasión, la música, el ritmo de sus bailarines, el manejo del cuerpo y el concepto de danza no dejan a nadie indiferente. 

Sorprende también el trato de la gente. El cariño no solo se siente en todos los diminutivos que usan, sino en el orgullo y en la calidez con la que muestran esta ciudad, que es una grata sorpresa.  

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marzo
10 / 2023